domingo, 3 de enero de 2010

cosas a las que una se acostumbra

Como a un
brasero cálido
-qué amorosa
sensación-

Al tic-tac
de un reloj
que te
adormece cadencioso…

El pecho
frotándose
bocabajo
contra el colchón –cima del mundo-

Las horas muertas
balanceándose
en tus ojos:
oscurísima interrogación

La plenitud
del paso de la vibrante
respiración
dándote aliento.

La voz, esa voz
-unos nombres- que
dicen ¡alegría! incomparable
emoción -timbre- canción.

El olor de una piel
piel herida,
reorientándose –a través de otra-
sin compasión, sin freno, sin hartura.

La belleza, el
rumor de la vida
frágil y maleable
tan azarosa como una nevada.

1 comentario:

  1. Gracias por visitar ni blog. Es agradable saber que alguien lee lo que uno escribe o quiere comunicar. Nuevamente gracias y desde ahora me conprometo a visitar tu sitio. Recibe un fuerte abrazo desde El Salvador

    ResponderEliminar