domingo, 14 de junio de 2009

Noche discipliente
y arqueada

volando
el modelo,
forjando ese
enrejado
que es preciso
asir con ambas
manos en tu
contra
para esputar
¡Que no me invadas!
Y soportar
esos tropiezos
y empellones.

Me tienes
en vilo
pretendo
embrujarte
y ni sé
que a mi lado
se yergue
una agente
de la ley
que me denunciará
y tú te
partirás el pecho
y no me dejarás
en la estacada.
Formular
una baratija
como: “gracias”
quizás fuera
como si articulase:
“compra pienso
para el periquito
o… no, no, mejor,
nada”
no tengo
nada
que escribir.
Estuve intentando
dedicarte ese
homenaje
sosteniéndote
la mirada.
Me estás
buscando
a mí.
No quiero
forzar
al pesaroso
anciano Tiempo.

No tengo
claro
confiar en ti.

Sin embargo
subiendo
nueve escalones
de una estación
de metro
me fascina
imaginar que
ya dibujabas
infinitos
mis péndulos
de cadera
con tus dedos.

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