La voz
sí, la
voz
en cierta
medida
es
vagamente
familiar.
No así
las
irreconocibles
y ajenas
curvaturas.
La
aglutinante
expansión
alrededor
de la
agazapada
silueta.
Y en ese
bucle
contraído,
de óseo
chirrido
e infranqueable
exclusividad
los
pliegues
mórbidos
apuntan
los
cincelados
límites.
Marcas
abyectas
replican
la memoria
del
nacimiento
frustrado,
y la quema
preventiva,
de un par
de alas
nuevas,
prometidas.
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