lunes, 24 de agosto de 2009

08

Te extraño
y recuerdo
aquellas mañanas,
la visita
intempestiva
el río y la pala.
El surco de
mis lágrimas
cubierto por
tu espalda
y la pequeña
porción de
tierra
donde crece
ese arbolito
que plantamos.
Por entonces hubiera
querido estar
en cualquier otra parte,
pero estaba contigo:
mejor que
con nadie.

No hay comentarios:

Publicar un comentario