Quedarse
calmo
cuando se
elevan
los esquejes
a la sombra
de un
tronco
partido,
bajo la rama
que se cree
no caerá
de nuevo
una vez más.
Y no buscar
tréboles
de cuatro
hojas.
Tréboles
bajo los
restos
de un árbol
partido
por la tarde
sin la furia
del rayo.
Con sus ramas
yaciendo
en reposo
y libertad.
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