sábado, 8 de agosto de 2009

medioambiente

Porque
me aburro
pienso en ti,
porque la calle
es de una riqueza
empedernida
que no hace sino
recordarme
tu retorcida
simplicidad
y me asombra
cómo es factible
que en tardes
tan salobres
la ciudad
revista
de toldos y
parapetos
todo lo aparente
y lo visible,
lo imposible
y lo casual.
Entonces,
maldigo
al ser humano,
y a mí
concretamente,
por tratar de dar
sentido
a una broma tal
acaecida:
el tempo
del sonido en
que lo absurdo
consintió en
encontrarnos.
Tal vez intrigante
fuera que nos
pareciese
incluso
patético
finalmente
para no
resultar
nada más que
tan sólo uno
de esos
desagradables
choques
vespertinos.

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