He
rendido
hoy
culto
a
mi cuerpo
como
la
devota
más piadosa
que
haya habitado
este
templo.
Lo
he paseado
por
calles de la ciudad
y
por el parque
Lo
he masturbado
envuelto
en sol
que
se derrama
junto
a la ventana.
Lo
he perfumado
y
acicalado con mimo.
Este
cuerpo
grandioso,
este
regalo genético
-continente, al fin y al cabo-
que
me conduce
por
el mundo.
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