domingo, 10 de febrero de 2013

¿por qué no?


¿Por qué no
acabarnos 
las frases?
Mordernos
fuerte
nuestro propio
pezón
llamando 
de madrugada,
a deshora.
Desprevenirnos,
quizá
hasta espantarnos,
asestando 
un estoque,
al austero equilibrio
del descanso
matinal.
Elevar mucho, 
pero que mucho,
más de un tono,
desafinar
la cimitarra.
Lanzar bolsas
del Mercadona
llenas de agua
por la ventana.
Reinventarnos
en el ridículo,
sobreexponernos
a la luz de la cámara.
Beber del 
jugo del riesgo.
¿Y por qué no
tragarnos
el placer
junto al fracaso?

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